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sábado, 19 de mayo de 2007

El gato de Angora Turco



Gato de Angora Persa o Gato de Angorina, esta singular raza es una de las más apreciadas por su rareza y escasez. Venerado por el pueblo turco, destaca por su extrema elegancia y su figura atlética. Llama la atención su pelaje, largo y sedoso, muy tupido en su cola y posee un carácter extrovertido, aunque se muestra muy independiente. Lealtad e inteligencia son sus cualidades más significativas.

Esta apreciada raza es originaria de Ankara (Turquía). Allí, los ejemplares blancos, denominados Ankara kedi, son considerados el símbolo tradicional de la pureza. Para el pueblo turco son verdaderos tesoros nacionales. Aunque existen varias teorías acerca del origen de estos gatos, la más aceptada ubica su nacimiento en la zona caucásica (Rusia), donde desarrolló su largo pelaje para protegerse del frío invernal. Entre los siglos IX y XI llegó a Persia, India y Turquía (antigua Asia Menor) gracias a los mercaderes que cruzaban Turquía e Irán. Este sería el doble origen de persas y angoras. Los vikingos llevaron algunos de estos gatos a los países nórdicos en el siglo X, covirtiendo a estos felinos en antepasados del bosque noruego.

Sin embargo, esta raza está documentada en el siglo XV. Se dice que fue un regalo del Sultán turco a familias nobles inglesas y francesas. En el segundo cuarto del siglo XVII, Pietro della Valle, aristócrata italiano y naturalista, trajo algunos ejemplares de sus numerosos viajes a India, Persia y Turquía. En aquel tiempo, estos elegantes felinos eran de talla media y pelo largo, sedoso y fino. El francés Nicholas-Claude Fabri, discípulo de Galileo, fue el primer criador europeo de angoras turcos. De hecho, le regaló un ejemplar de angora turco al Cardenal Richelieu, convirtiéndose durante los siglos XVII y XVIII en la mascota predilecta de la nobleza y corte francesa durante los siglos XVII y XVIII.

La recuperación mundial del gato de angora turco se produjo en los años sesenta del siglo XX, gracias a la importación de cuatro ejemplares, importados por un coronel norteamericano, llamado Walter, tras volver de Turquía, donde estaba destinado. A principios de los setenta, el Angora Turco fue reconocido como raza por la CFA en los EE.UU.(en un principio sólo los gatos blancos) y se constituyó la Original Turkish Angora Society. La raza logró recuperarse totalmente en Europa con la exportación de otros tantos ejemplares a Suecia e Inglaterra.
El Angora Turco es un gato elegante y atlético, proporcionado y de tamaño entre pequeño y mediano. Las hembras suelen pesar algo más de tres kilos y los machos adultos pueden alcanzar los cuatro kilos y medio. Se incluye en la categoría II de FIFE, como gato de pelo Semi-Largo, y hoy día se reconocen las mismas variedades de color que al Maine Coon y al Bosque de Noruega. Pueden ser de cualquier tonalidad: ámbar, cobre, verde, azul o dispares (en los ejemplares de color blanco).
El cuerpo esbelto y musculoso; las patas traseras son más altas que las delanteras. Las almohadillas plantares son pequeñas. El manto, que carece de pelaje interno, es largo y sedoso y puede formar un collar en el cuello en los machos adultos (hacia los dos-tres años). La cola de un Angora Turco es acusada y con bastante pelo. Suele estar baja con respecto al cuerpo, si bien cuando el animal se desplaza deprisa puede alcanzar la cabeza.

La cabeza es de tamaño pequeño a mediano, suavemente cuneiforme, y su afilado hocico se funde en las mejillas sin que haya una marcada depresión detrás de las almohadillas de los bigotes (lo que se conoce como \'pinch\'). Las orejas son grandes y tiesas, situadas bastante altas en la cabeza y ligeramente puntiagudas. Los ojos también son grandes, ovalados y algo oblicuos. Pueden ser de cualquier color: ámbar, cobre, verde, azul o dispares (en los ejemplares de color blanco). Perfil recto, con una ligerísima curva, pero sin stop. Mentón suavemente redondeado, cuyo extremo forma una línea perpendicular con la nariz. El cuello ha de ser delgado y elegante.
El cuerpo largo y esbelto pero musculoso; las patas traseras son más altas que las delanteras. Las almohadillas plantares son pequeñas, con tufos entre los dedos. Carece de subpelo, es largo y sedoso, extraordinariamente suave al tacto, y puede formar un vaporoso collar en el cuello, sobre todo en los machos adultos (hacia los dos-tres años). La cola de un Angora Turco es grácil, ahusada, de raíz ancha pero acabada en fina punta, como una pluma, y suele estar baja con respecto al cuerpo, si bien cuando el animal se desplaza deprisa puede incluso alcanzar la cabeza.

En conjunto, el Angora Turco debe dar una impresión de equilibrio y de proporción y ligereza. La combinación de un cuerpo esbelto, largo, con patas traseras altas y cola ahusada en dirección a la cabeza y las orejas, produce un efecto de movimiento flotante y vaporosa elegancia.
Quien elija como compañero a un Angora Turco se encontrará con un gato inteligente, activo, fiel y cariñoso. Su carácter es gentil, vital, simpático y juguetón. Es extremadamente inteligente, por lo que podrá reconocer hasta diez palabras, así como determinados juegos. Le encanta jugar con pelotas pequeñas e incluso es capaz de recoger los juguetes que les lancemos. Como conserva instintos de caza, es preferible fomentarlos con \'ratones\' de tela. Le gusta comunicarse con sus amos y los juguetes interactivos son la forma más fácil de conseguirlo.

Hay que mostrarle cariño, ser afectuosos con ellos, pues es muy devoto de sus dueños y tiene mucha paciencia con los niños, a pesar de ser muy independiente y de preferir vivir con una única persona, a pesar de aceptar a otros congéneres. Suele, por ello, tener un favorito en la familia, al que le demuestra su afectuosidad restregándose contra sus piernas.
El Angora Turco siente fascinación por escalar los lugares más inaccesibles de la casa, le encanta trepar a lo más alto y contemplar sus dominios desde el lugar más elevado. Sin embargo, sabe sortear los obstáculos con exquisita delicadeza, y las figuritas de porcelana, la refinada marquetería y los pequeños tesoros decorativos quedan siempre a salvo de forma milagrosa… siempre y cuando no contrariemos sus decisiones, pues en ese caso es posible que su protesta nos haga reflexionar sobre la oportunidad de nuestro desafío. Hay que convencerle con palabras afectuosas, mimos y caricias. Posee un carácter fuerte y arrogante, y no soportará un trato despótico o rudo.

Detestan el ruido, las luces, los olores extraños, el incesante movimiento, los viajes y, sobre todo, les resulta insoportable sentirse encerrados en una pequeña jaula.

Fuente:
http://demiraval.freewebpage.org/.

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